Las personas que creen en la Reencarnación pueden tener muchas dudas sobre ella, por ejemplo, una de las cuestiones que pueden hacer que se sientan más inseguras es la de sus vidas pasadas. Creer que en otros tiempos fuimos otras personas con unas vidas completamente distintas, pueden crearnos una incerteza bastante importante difícil de canalizar. Pero no se trata sólo de esto, además también surge la duda de si el alma que tienen, el, espíritu, es un alma vieja o un alma nueva en la rueda de la Reencarnación.
A grandes rasgos y simplificando mucho, se dice que la Reencarnación nos sirve para que nuestra alma aprenda. Según aquellos que pueden comunicarse con los grandes maestros, en cada vida pasada aprendemos una lección que sumamos en nuestra alma para hacerla más sabia. La vida en la Tierra es nuestro escenario de aprendizaje, nuestra escuela, y cada lección nueva que aprendemos hace que nuestro espíritu se haga más sabio y se acerque más a la perfección del espíritu universal. Según las creencias budistas, cuando un espíritu es lo suficientemente perfecto, llega a la Nirvana y se funde con el propio espíritu del universo.
Por tanto, las almas más nuevas aún no han tenido muchas lecciones que aprender, son almas menos sabias y almas que están mucho más lejos de su propósito final, que es un fundirse con el propio Universo. En cambio, las almas más viejas, son aquellas que han tenido muchas vidas y que por tanto han aprendido muchas lecciones, estando más cerca de la Nirvana y de la fusión con el Universo.
Saber si nuestra alma es vieja o alma nueva no es precisamente sencillo, ya que en cada nueva vida caemos en una amnesia que no nos deja recordar para nada vidas anteriores, de aquí a que descubrirlo sea complicado sin la ayuda de la videncia o, en todo caso, las cartas del tarot.